Y así como llegaste a casa, así te fuiste, en una tarde hermosa, con esa paz en tu mirada, mi Cachomin, he perdido hoy un pedazo de mi corazón y solo puedo decir: gracias infinitas, por enseñarme que la incondicionalidad, la lealtad y la felicidad, vienen en cuatro patitas y dolorosamente tienen fecha de caducidad, te amé hasta tu último latido